Son muchos los caminos de acceso para convertirse en un lector eficiente, siendo uno de los más proclives en la escuela, la presencia de un maestro que disfruta la lectura y la comparte con sus estudiantes. No solo para mostrar goce, sino, además para motivar aprendizajes e informarse del mundo.
Se lee para extraer datos precisos, para analizar problemas, para formar juicios críticos, generar sensibilidad, formar cultura y esparcirse.
Por tanto, el maestro lee a sus estudiantes, cediéndoles la interpretación del texto. Guiándolos en la familiarización hacia diferentes particularidades textuales y discursivas; pueden además leer juntos, estudiar al autor, el paratexto, los fragmentos, detenerse, generar intriga y seguir leyendo.
Leer con entonación y vivacidad, cargado de experiencia y significado trasciende la decodificación para pasar a la comprensión. Tarea no solo del maestro, sino extensiva de los padres y los abuelos.
La lectura no comienza en los libros si antes no se ha iniciado la tarea con la exploración del mundo circundante (Gonzales y Ortiz, 2007), es decir, contar con el saber previo fundamental que se construye en sociedad.
Toda lectura depende de su interpretación. Lo que el lector comprende y aprende, está en función de todos sus conocimientos previos, el pensamiento y la memoria. Así este proceso es individual. Se da una transacción entre el lector y el texto; surge el sentido de la lectura. El lector debe poder avanzar y retroceder en su lectura, detenerse, pensar y relacionar la información. Decidir qué es importante y qué precisa desestimar, pues de esa manera pasa de ser un receptor pasivo a un interlocutor activo.
Los nuevos lectores están marcados por su experiencia con la televisión y los juegos de internet. No cuentan o cuentan con poco bagaje de cuentos o juegos asociados a rondas o retahílas, tal que, su relación con las cosas y el mundo es lejana. Los estudiantes requieren aprender a leer literariamente de nuevo, porque esta competencia se está perdiendo. Poner en disposición a los estudiantes para que aprecien de nuevo la literatura y la valoren.
Resulta indispensable leer más allá del hipertexto y las pantallas, complementar la lectura virtual con interacciones dialógicas, esforzarse en las interpretaciones para tomar posición activa y voluntaria. Mas no abandonarse dócil y perezosamente a la avalancha de la información.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
González y Ortiz, F. (2007). Caminos a la lectura. Diversas propuestas para despertar y mantener la afición por la lectura en los niños. Martha Sastrías (comp.). Investigación bibliográfica, 21 (43), 1 – 6. http://doi.org/10.22201/libi.0187358xp.2007.43.4131
Holzwarth, M., Hall, B., Stuccgi, A. (2007). Los docentes como mediadores de lectura. Dirección General de Cultura y Educación.