En el contexto actual educativo, el papel docente en la motivación para la inducción hacia la lectura en los niños es un factor clave e imprescindible en el proceso de la enseñanza y pedagogía comprensiva. El papel e importancia que tiene el docente en la motivación de la lectura han impelido el siguiente artículo. Así, el presente  indagará sobre la función y perfil del docente, la naturaleza de la motivación y qué papel juega como motor de la lectura en los niños.

Según la definición del Instituto de Estadística de la UNESCO (2018), un docente cualificado es un “docente que posee la cualificación académica mínima requerida en la formación de docentes (previa al ejercicio o durante su desempeño) para enseñar en un nivel de educación determinado, de conformidad con las políticas o Ias leyes nacionales al respecto”. 

¿Cuáles serán esas cualificaciones que debe poseer un docente? Obviamente, capacidad crítica, empatía, investigador constante, motivador, orientador y guía, sólidos valores, cooperatividad, una vasta cultura, consejero, etc. En ese sentido, el quehacer educativo del docente, sea cual fuera el nivel, no solo debe estar guiado por el currículo nacional, que le dará los lineamientos que deberá seguir y adaptarlas a sus diversos contextos, sino que debe poseer dichas cualidades para, así, complementar su quehacer docente de manera óptima. Cuando se dice que dichas cualidades deben estar presentes, no solo en su quehacer educativo, sino también previo a su labor, se entiende que el docente debe aplicarlas en la etapa previa, y en esta etapa está muy involucrada la motivación.

Sanjurjo (2008) coincide con Fenstermacher (1989) y Lewin (1997) al tratar la noción de buena enseñanza, como: Aquella que propone y provoca procesos reflexivos, genera el aprendizaje de relaciones activas con el conocimiento, busca significativa por parte de nuestros alumnos. Todo ello favorecido por un buen clima, por la autoridad del docente ganado a través de su trato respetuoso y de sus conocimientos expertos (p.98).

Un buen docente genera una buena enseñanza, que se traduce en una serie de acciones que favorece el desarrollo del pensamiento crítico, induciendo al discente hacia una participación sesuda de sus ideas , buscando que el conocimiento trascienda la mera posesión y se situé en el plano de la capacitación, es decir, de que sean capaces de realizar una diversidad de actividades comprensivas como bien plantea Perkins (2008) consideramos la comprensión no como un estado de posesión sino como un estado de capacitación. Cuando entendemos algo no solo tenemos información, sino que somos capaces de hacer ciertas cosas con ese conocimiento. Estas cosas que podemos hacer, que revelan comprensión y la desarrollan, se denominan “actividades comprensivas”: interpretación, explicación, justificación, extrapolación generalización, etc. (p.82) Todas estas actividades deben brotar en un cálido ambiente dónde las ideas se respeten y que junto a la tolerancia sean la base en la construcción armónica del pensamiento crítico. Todo ello garantiza no solo la admiración del discente hacia su maestro sino, además el respeto y la armonía grupal en los niños.

Para Junco (2010) para “provocar la sed” de aprender en niños y niñas, el Maestro y Maestra deben trabajar con el alumnado, de esta manera: 

  • Ayudándoles a llegar a ser ellos mismos, hasta que asuman su personalidad.

  • Permitiéndoles encontrar un equilibrio entre los impulsos creadores básicos, deben sentirse bien nutridos, protegidos y queridos, siendo entonces más sencillo desarrollar sus facultades intelectuales.

  • Proporcionándoles un método y un conocimiento por el cual puedan descubrir la apertura permaneciendo libres de espíritu.

  • Dándoles el sentido del asombro, la superación, la investigación en el terreno escolar. - Ofreciéndoles el medio de transformarse personalmente a través de actividades voluntarias, que desarrollen el gusto por el esfuerzo.

  • Haciéndoles descubrir el valor del trabajo en común.

Para Junco, entonces el papel del docente es trascendental en el desarrollo de las habilidades intelectivas y en la motivación. Siendo esta la superestructura que deberá erigirse sobre una sólida base emocional, que implica, a su vez, un forjamiento guiado de su personalidad, ello facilita erigir sus habilidades cognitivas. Un niño bien motivado es un niño con mayor propensión al aprendizaje y a su desarrollo intelectivo. Es así, que el docente debe ser un facilitador de una serie de recursos que impele al discente al pleno desarrollo, no solo de sus habilidades intelectuales, sino al desarrollo integral de su persona. Cabe destacar sobre la importancia que el maestro debe darle al trabajo cooperativo, ya que es una tribuna excepcional en el desarrollo de una serie de valores que van a cimentar y desarrollar su personalidad, al asumir, en el trabajo colectivo, una serie de roles los alumnos van adoptado, a su vez, comportamientos que reflejan valores como el de la responsabilidad, tolerancia, respeto. Además de desarrollar una serie de discursos, opiniones, argumentos, etc. 

Podemos observar que el perfil de un buen docente, prácticamente, es análogo a la de un Maestro Zen, porque no solo debe poseer una serie de cualidades cognitivas, sino además una serie de valores. Además de dominar su materia, con los recursos didácticos adecuado, el docente debe ser un motivador constante por excelencia en pro de lograr un aprendizaje significativo, sumado al hecho de inculcar en ellos valores y de orientarlos constantemente en las buenas prácticas, formar hábitos de convivencia, del pensamiento y el corazón. Cabe destacar, entonces, que el rol docente trasciende lo meramente académico ubicándolo en un sitial en primera fila. Mención aparte requiere un factor: la motivación del docente esencial, como ya lo dijimos, en la persuasión y el aprendizaje significativo.

A continuación, veremos a algunos autores que nos hablan de la motivación y cómo derivarla hacia el campo de la lectura en los niños:

  • Según la RAE (2001) define a la motivación como acción y efecto de motivar y motivar es influir en el ánimo de alguien para que proceda de un determinado modo.

En ese sentido, el papel docente en la motivación para la iniciación lectora de sus alumnos es cardinal; por ello no debe adoptar una actitud pasiva, dejando al libre albedrío a los niños en la elección de los libros, ni mucho menos imponer ni obligarlos a leer libros ajenos a sus necesidades, sino practicar una conducta activa, orientadora y motivadora en pro de la lectura.

  • Para Piaget (1999) la motivación es la voluntad de aprender, entendido como un interés del niño por absorber y aprender todo lo relacionado con su entorno. (p. 96)

El entorno del niño se refiere al espacio físico, el ambiente, en donde se llevan a cabo diversos tipos de relaciones y fenómenos como por ejemplo la experiencia lectora en el colegio. La curiosidad es un rasgo innato en el niño; sin embargo, es insuficiente para que se motive en la lectura. He ahí el papel fundamental de la motivación, entendido como el impulso natural hacia un querer indagar, y es aquí donde nuevamente entra a tallar el papel docente, como guía para canalizar y encaminar la motivación de los alumnos en la elección del libro idóneo que se ajuste a sus necesidades.

  • Para Maslow (1975) psicólogo norteamericano, la motivación es el impulso que tiene el ser humano de satisfacer sus necesidades. (p.75)

La lectura comprensiva es una necesidad, que a juicio de Maslow estaría satisfaciendo el plano de la autorrealización. Cabe aclarar que la satisfacción de dicho impulso no es necesariamente una necesidad cubierta individualmente, sino que además otros actores pueden conllevar a que dicha necesidad se vea alcanzada, en el ámbito escolar, por ende, el acercamiento hacia los libros no debe estar cargada de presiones exógenas (imposiciones institucionales, recomendaciones, renombre del autor, etc.) porque ello generaría más bien una disuasión. Por ello, la primera función del docente ha de ser la de hurgar con sutileza en sus “almas” con la finalidad de conocer sobre las necesidades, gustos y predilecciones de los niños a fin de motivar e impulsar con criterio hacia el eros por la lectura.

Lo segundo, una vez conocido sus intereses, será comentar algunos libros que contengan las experiencias, necesidades y gustos de sus alumnos, y, así, guiarlos en la elección de los libros que se ajusten a ellos, despertando su interés. De esta manera, impelidos, puedan adentrarse al maravilloso mundo de la lectura sin ningún tipo de prejuicios ni presiones. Si el docente adopta una actitud contraria podría provocar un rechazo, posiblemente irreversible.

  • Según Junco (2010) Hay que distinguir tres clases diferentes de motivaciones escolares:

    1. Las motivaciones incidentales: son las que se imponen por sí mismas o provienen del medio exterior.

    2. Las motivaciones provocadas: son las que se desencadenan gracias al arte del profesor y al aparato didáctico que ha sabido movilizar.

    3. Las motivaciones intencionales: son las que resultan de la voluntad de los niños por la preocupación personal de mejora y de búsqueda de éxito.

De las tres clases de motivaciones escolares que propone Junco, cobra mayor realce, para los intereses del artículo, la motivación provocada, es decir, la generada por la capacidad del maestro en pro de incentivar a los niños a la lectura, utilizando todos los recursos que estén a su alcance, como el de  partir de las experiencias individuales a fin de darles alcance de libros que se ajusten a dichas experiencias, ello, por ende, implica otro rasgo necesario de un docente: su amplio campo cultural en materia de literatura, en el sentido etimológico del término.

A su vez Junco (2010), el niño y niña no trabajarán, leerán, hablarán ni estudiarán con gusto a menos que se cumplan perfectamente ciertas condiciones psicosociológicas. El ejercicio escolar deberá, de modo obligatorio:

  • Resultar de una pulsión o despertar de necesidades profundas.

  • Causarle agrado.

  • No multiplicar las obligaciones y obstáculos.

  • Valorar sus logros.

  • Permitirles reconocer sus progresos.

Y justamente para que se susciten dichas condiciones académicas e intelectuales, el docente debe tener esa capacidad, esa sutileza para generar todas las condiciones que permitan al alumno desempeñarse con eficiencia en este caso, en el campo de la lectura, y podemos considerar dichas condiciones psicosociológicas como factores a considerar en la motivación del docente hacia la lectura en los niños. En ese sentido el libro llave, como decía Rosa Montero deberá despertar sus necesidades más profundas, causarles agrado, valorar sus logros y permitirle reconocer de qué manera el libro los ayuda a superar obstáculos, los nutre, los hace ser mejores personas, les permite desarrollar su imaginación o cimentar su empatía.

En conclusión, el docente es, por su posición, el primer impulsor para motivar al niño en el proceso lector, debe, eso sí, reunir toda una serie de cualidades, destacando entre ellas, su papel de promotor motivador pleno.

En su rol de motivador debe tomar en cuenta las necesidades de los niños, de acuerdo a sus peculiaridades y experiencias, a fin de orientarlos en la elección de su libro “llave”, del libro idóneo que va apertura en el niño el inicio hacia la aventura lectora.

Es de suma importancia, que el docente sea un hombre culto o que luego del reconocimiento de las necesidades de los niños discentes se informe de los mejores títulos para, de esa manera, poder ofrecerle una variedad de opciones en pro de la satisfacción de sus necesidades.

Por último, indicar, que solo de esta manera podemos formar futuros lectores competentes capaces de encontrar en la lectura una fuente rica de conocimientos y vivencias, así como hombres autónomos en la elección de sus obras a posteriori.


Bibliografía

Junco I. (2010). La motivación en el proceso de enseñanza aprendizaje. Temas para la educación. (N.9) pp.1-14

Maslow, A.H. (1975). Motivación y Personalidad. Barcelona. Sagitario

Perkins D. (2008) La escuela inteligente. Del adiestramiento de la memoria a la educación de la mente. Editorial Gedisa 

Piaget J. (1999). Psicología de la inteligencia. Editorial Crítica

Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española. (22. ed.) consultado en http://www.rae.es/rae.html

Sanjurjo, L. (2008). ¿Qué debe saber hacer un profesor para mejor comprender y organizar sus clases? En F. Trillo y L. Sanjurjo. Didáctica para profesores de a pie. Propuestas para comprender y mejorar la práctica (pp. 91-153) Rosario: Homo Sapiens